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Así Judit se quedó a solas con Holofernes, quien estaba tan borracho que se quedó dormido. Antes de que todos se fueran, Judit avisó que saldría a orar, como lo había hecho las noches anteriores. De esto, Bagoas estaba enterado. Además, Judit le pidió a su empleada que se quedara afuera de la carpa, y que la esperara hasta que ella saliera a orar.

Entonces Judit se paró junto a la cama de Holofernes, oró en voz baja, y dijo:

«Dios mío, todopoderoso, lo que voy a hacer es por el bien de Jerusalén; te pido que lo aceptes con agrado.

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